“Vamos a abrirle las cuentas en Twitter, Facebook e Instagram y brindaremos orientación básica a cada uno de las venezolanas y los venezolanos, para que puedan asumirse como milicianos digitales. Nace hoy la Milicia digital”, dijo el ministro del Poder Popular para Comunicación e Información, Ernesto Villegas el 28 de abril de 2017.
Supone entonces un proceso de infoalfabetización, de instrucción, de acceso a conexión y, en el más ambicioso de los casos, de dotación de equipos para, según el ministro, garantizar el adecuado manejo de las redes sociales.
El asunto es, ¿adecuado a qué? ¿a la Revolución, o a la ciudadanía venezolana, rezagada en esta área debido a la falta de divisas para mantener y modernizar los sistemas?
Consultada sobre el tema por Caraota Digital, mi principal preocupación era justamente la educación, ¿quién enseñará las competencias necesarias? ¿Existirá un espacio de formación adecuado y sostenible o, acaso, este proyecto tendrá la misma suerte de los Infocentros?
También planteaba la posibilidad de que un ciudadano, con la formación suficiente, pudiera utilizarla para fines distintos a los políticos, lo que pudiera ser contrario a los planes del gobierno, que lanzó esta iniciativa en el marco de un acto de celebración del 7mo Aniversario de la creación de la cuenta de Twitter del expresidente Hugo Chávez.
No sugerí, sin embargo, que vayan a ser un fracaso, como titula el cibermedio. Es un proyecto del cual solo tenemos el anuncio y sin plan de acción concreto, solo estaríamos especulando. Con la correcta formación todo puede ser un éxito en Venezuela. La interrogante en este caso es, ¿cuáles son los indicadores de éxito? ¿Cuál sería el tiempo mínimo para comenzar a medir los resultados? Un proyecto educativo debe tomar en cuenta estos y otros factores, y así debe entenderlo quien lo ofrece y quien lo juzga. Nada celebraría más que la posibilidad de que cada venezolano tuviera acceso a Internet rápido y lo supiera utilizar para su provecho personal que, a la larga, redundaría en el bienestar colectivo.
Pero desde que se realizó el anuncio, cualquier movimiento, trampa, rumor o táctica de distracción que corra a través de entornos digitales se atribuye a esta “milicia”. En poco menos de una quincena resulta imposible armar un contingente de milicianos (digitales o no) con competencias tan precisas y planes tan elaborados. Si existe algún “pote de humo” digital viene de otras fuentes, mucho mejor preparadas y articuladas. Quienes realizan pesquisas y recuperación documental en Twitter, Facebook e Instagram para reconocer chavistas u opositores, quienes vulneran la seguridad de sistemas informáticos o quienes entienden el digital como el terreno para una guerra de cuarta generación, no aprendieron en 15 días.