Pareciera sencillo responder: si mi hijo está enfermo no debo mandarlo al colegio… pero muchos padres no tienen con quién dejar a su bebé mientras trabajan y ante quebrantos menores prefieren enviarlo a la escuela para no pedir permiso en el trabajo.
Queda claro: ante padecimientos como diarrea, vómito o incluso fiebre, los niños deberían quedarse en casa al cuidado de una persona de confianza (preferiblemente mamá o papá, abuelos o tíos… pero una niñera confiable también vale).
Pero la cosa se complica cuando hablamos de enfermedades menores o síntomas difusos: nariz aguada, leve tos, una erupción pequeña… Estos signos a veces son sólo los remanentes de una enfermedad que los padres asumimos que ya han pasado y no ocurrirá nada si los mandamos a clases.
Pues bien, hay varios puntos que debemos observar: ¿ha tenido otros síntomas? ¿apenas empieza la enfermedad o más bien ya está saliendo de ella? ¿cuál es la política del colegio ante estos casos?
Si el niño recientemente ha empezado a manifestar síntomas de algún padecimiento, lo prudente es observar antes de enviar a la escuela. Puede que en horas la enfermedad se manifieste y tengamos que ir de carrera a buscarlo.
Si más bien sabemos que ya está saliendo de un resfrío o alguna cosilla leve, tendríamos que evaluar si esta enfermedad fue producto de un virus o de una infección y pensar en las probabilidades de que aún sea contagiosa. A veces unos pocos mocos son suficientes para enfermar a todo un salón, en especial entre los más pequeños que todo lo tocan o lo llevan a la boca. Ese virus o bacteria que tu hijo superó en 3 días, puede ser más agresivo en otro niño.
Pero también es importante conocer y respetar los acuerdos entre padres y escuela cuando hablamos de enfermedades. Hay instituciones que admiten niños con resfriados e incluso administran tratamientos debidamente prescritos por el pediatra. Pero otros de plano piden a los padres abstenerse de llevar a su hijo a clase si presenta alguna enfermedad.
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