El 7 de febrero se celebra el Día Internacional de Internet Segura.
La Sociedad Española de Pediatría Social ha revelado recientemente que 33 % de las consultas están ligadas a patologías cibernéticas.
Este número creciente de visitas al especialista se concentra en las familias con adolescentes, quienes suelen ser los que se enganchan con mayor facilidad al uso del celular para hacer vida en entornos digitales, y muy especialmente en redes sociales.
Sexting, vamping, ciberacoso y otros términos han entrado a escena para describir comportamientos y patologías relacionadas con el uso excesivo de las TIC.
El intercambio de imágenes de contenido sexual, el establecimiento de relaciones con extraños y el sentimiento de vacío, pérdida y angustia al no tener conexión son apenas algunos de los síntomas que deben alertar a los padres de que es momento de intervenir en los hábitos de consumo digital de sus hijos para evitar que caigan en adicciones.
No se trata de negar el acceso a Internet ni de confiscarle los aparatos: la intervención debe apuntar a un reaprendizaje saludable de su dieta digital.
Para ello, lo recomendable es acudir a un especialista (idealmente pediatra y psicólogo) y establecer normas de uso aceptable de los medios digitales haciendo énfasis en respetar zonas y horarios libres de tecnología acordados en familia. Así mismo, conviene involucrar al adolescente en la búsqueda de opciones seguras que no vulneren su identidad digital pero que tampoco pongan en riesgo su salud mental ni su integridad física.
La forma más efectiva de convertir Internet en un entorno seguro es la educación, tanto de padres como de hijos. Aprender a distinguir fuentes confiables (en la Red, no todo lo que brilla es oro), confirmar informaciones antes de reproducirlas, resguardar datos personales y otras técnicas pueden ser adquiridas en familia, ya sea en cursos y talleres presenciales, como a través de tutoriales online de instituciones y organismos dedicados a divulgar las mejores prácticas en Internet.