El embarazo no es una enfermedad y la maternidad no es una discapacidad
El embarazo no es una enfermedad y la maternidad no es una discapacidad, aunque muchos empleadores se empeñen en hacerlo parecer de esa manera.
Reincorporarse al trabajo luego de la baja por maternidad, o incluso buscar un nuevo empleo teniendo los hijos pequeños es tarea titánica de la que nunca se habla en voz alta para no agravar el problema. ¿Y cuál es el problema? Que la mujer se vuelve menos empleable.
Las modernas divisiones de gestión del talento humano (que en el fondo siguen siendo recursos humanos, tratando a la gente como “recursos” similares a bienes útiles a un objetivo), son cuidadosas al preguntar las edades y actividades de tus hijos. Algunos entrevistadores lo hacen casi mostrando empatía, cuando en el fondo desean indagar si el niño se enferma con frecuencia, si el colegio queda cerca o tiene jornada completa o si alguien cercano ayuda en su cuidado… las respuestas de la mujer (que viene relatando orgullosa los avances y virtudes de su retoño) podrían traducirse en: esta empleada pedirá muchos permisos por enfermedad y fiestas escolares, se ausentará o llegará tarde para comprar materiales para las tareas o, incluso, querrá salir antes para recoger a su niño de la escuela. No es el perfil que buscamos.
Pensaba yo que esa era tema superado. No sólo porque las mujeres que son madres tienden a ser empleadas multitasking (¡con el entrenamiento que tienen en casa!), sino también leales con las empresas pues disfrutan de la estabilidad que un trabajo fijo brinda a su familia. Si bien pueden faltar algunas horas por causas relacionadas a los hijos, no es menos cierto que son capaces de reducir su hora de almuerzo y descanso, o llegar antes para compensarlas. También desarrollan habilidades blandas tales como la empatía y negociación, que mejoran el trabajo en equipo. ¿Y no es en este particular en el que tanto invierten las empresas, capacitando y entrenando al personal a través de talleres extra muro?
Con la ola de nueva paternidad comprometida, los hombres también piden permisos para ir al pediatra o al acto de fin de curso, pero a ellos ningún empleado de RR. HH. les arruga la cara cuando dicen que tienen hijos. “La madre será que se encargue de eso”, parecen pensar los de RR. HH (a pesar de que muchas de sus empleadas son mujeres, madres y viven pidiendo a sus maridos acompañar a los niños en actividades escolares).