Si Venezuela fuera un país sencillo, no me gustaría tanto. Amo a esta tierra porque me enseñó que a pesar de los retos, de los contrastes, de los sobresaltos, la vida sigue y es mejor recibirla con una sonrisa.

Pero cada vez se hace más difícil levantar las comisuras de los labios: nos estamos quedando solos. No exagero: mi generación hizo maletas (o está por hacerlas) para hacer vida en el exterior. Y eso va vaciando nuestras libretas telefónicas, nos va dejando sin panas con quienes compartir sinsabores diarios, nos va dejando la sensación de comenzar de nuevo siempre.

Ya a esta edad no asumía que tendría que consolidar una nueva red de amigos. Seinfeld decía en uno de sus maravillosos monólogos de su show de TV, que a cierta edad ya uno no quiere hacer amigos porque tiene los que necesita. Ya no se aceptan aplicaciones. Socializar con miras a establecer lazos fuertes es complicado. Siempre estuve de acuerdo, pero la circunstancia me ha obligado a abrir inscripciones fraternales nuevamente.